Había una vez un presidente muy rico, muy rico, que durante más de 35 años dirigió un país habitado por gente muy pobre, muy pobre. Este hombre de negocios africano tuvo una hija, ‘la princesa’, que siguió la estela de su progenitor invirtiendo en empresas nacionales y extranjeras hasta convertirseen la primera billonaria de África. Su dinero, junto con el un selecto grupo de privilegiados, ha cambiado la historia poscolonial. Portugal y Angola intercambian hoy sus antiguos estatus respectivos de metrópoli y colonia.
Lo que empieza como un cuento cualquiera se ha hecho realidad en la República Portuguesa, cuya economía apenas remonta tras la intervención de la troika durante tres años y mientras la corrupción lo envuelve todo. Es entre esta tempestad de adversidades donde se ha hecho fuerte lo que las fuentes consultadas por El Confidencial caracterizan como una “microélite forjada en las altas esferas políticas y militares de Angola, con la sumisión ysubordinación de los sucesivos Gobiernos portugueses”.
Es en la terrible crisis portuguesa donde se ha hecho fuerte una ‘microélite forjada en las altas esferas políticas y militares de Angola, con la sumisión y subordinación de los sucesivos gobiernos de Portugal’El tejido empresarial luso más importante está hoy en manos foráneas, principalmente angoleñas, chinas y brasileñas. La debilidad financiera ha sido un acicate para el capital extranjero y desde mayo de 2011, inicio del rescate, Portugal cede peso en siglas otrora emblemáticas a un ritmo con efecto dominó: la energética Galp, PT (Portugal Telecom), BCP (Banco Comercial Portugués), EDP (Energías de Portugal), BPI (Banco Portugués de Inversiones), ANA (Aeropuertos de Portugal), Cimpor (Cimientos de Portugal)… Imposible hablar hoy de estas compañías sin mencionar su accionariado allende las fronteras.
Llama poderosamente la atención la presencia de un selecto grupo de angoleños, fijos entre el laberinto de accionistas, inversores, ofertas públicas de adquisición y especulaciones. Las relaciones entre Portugal y Angola se remontan muy atrás en el tiempo, pues el país del sudoeste africano fue colonia portuguesa hasta su independencia en 1975. Pero los términos de la ecuación se han invertido, en una especie de regreso al futuro. “Las relaciones revisten mucha emoción, a base de un amor-odio que va evolucionando según las circunstancias”, explica el subdirector del diario económico Negócios, Celso Filipe, autor del libro El poder angoleño en Portugal.
Petróleo y diamantes en la esfera del poder
El cuento condensa precisamente esa vuelta a la posteridad. Aquel hombre enriquecido no es otro que José Eduardo dos Santos, presidente de Angola desde 1979 y conocido con el sobrenombre del ‘petrodictador’. El país ha crecido como casi ningún otro en la última década (en torno al 10% anual),agarrado a la veta petrolífera (es miembro de la OPEP desde 2007), que supone el 85% de su producto interior bruto, con el negocio de los diamantes(es el cuarto mayor productor del mundo) aportando otro 5%. Es el mismo país en el que, de cada diez personas, cuatro sobreviven por debajo del umbral de la pobreza y siete son analfabetas. Son las cifras del Banco Mundial y de Naciones Unidas, que ubica a Angola en el puesto 149 (de 187) en el Índice de Desarrollo Humano.
Formado en la Unión Soviética, el presidente “abrazó el agarra-lo-que-puedas del capitalismo” a finales de los 90, escribe el periodista angoleño Rafael Marques, encarcelado en 1999 por sus críticas al régimen. A partir de entonces, esta república africana firma concesiones al capital privado extranjero para la construcción civil y la explotación de minas, así como para la implantación de operadoras de telefonía y bancos. En una segunda fase,dichas compañías son directamente participadas (cuando no compradas) por el entorno presidencial.
Angola ha crecido como casi ningún otro país en la última década, en torno al 10% anual, agarrado a la veta petrolífera, que supone el 85% de su PIB. El negocio de los diamantes aporta otro 5%El proceso se repite con los diferentes sectores estratégicos, con la banca como el paradigma por excelencia. Los primeros bancos privados que abrieron en Angola estuvieron precisamente ligados a inversiones portuguesas a mediados de 2000, el año del boom petrolífero. Destaca además la presencia del Banco Espírito Santo, que extiende sus redes por Angola vía Escom (Espiritu Santo Commerce) y BESA (Banco Espírito Santo Angola). Entre las acciones de estas entidades siempre aparecen figuras cercanas al presidente.
“Son esos mismos protagonistas quienes se van a convertir en inversores de primer plano en Portugal”, apunta el dirigente del Bloco de Esquerda y coautor de la obra Los dueños angoleños de Portugal, Jorge Costa, quien define así a este círculo de elegidos: “Una elite económica que acumuló una cantidad de capital gigantesca a partir de la apropiación de recursos públicos y petróleo. Todos ellos pertenecen a las altas esferas del poder político y militar en Angola. Sus movimientos tienen origen en decisiones políticas tomadas al más alto nivel, en la presidencia de la República de Angola”.

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